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miércoles, 15 de noviembre de 2017

¿Qué habremos de ser? ¿Cristianos o religiosos?


Son incontables las veces que nos han cuestionado sobre nuestra religión. Es hora de que tomemos consciencia y fundamentos sólidos para no permitir más, que nos cataloguen de religiosos.
Existe una gran diferencia entre religión y fe cristiana. Hemos de plasmar en este artículo, algunas generalidades, que confirman una vez más, lo que realmente es el evangelio y nos harán pensar sobre el abismo que sucumbe entre ambos conceptos, religión y fe.
La religión de una manera u otra esta sustentada en normas, en leyes, en los principios religiosos que la conforman.
El cristianismo genuino y verdadero se ha de sustentar sólo en la fe y por la fe.
La religión insiste en esfuerzos de las relaciones sociales, basado en ritos, ceremonias y actividades religiosas.

El cristianismo sostiene y debe predicar que la primera relación que debe cultivar el creyente, es la relación con Dios, a través de su Hijo, Jesucristo. Sólo creciendo en la relación personal con Dios, podrían mejorar las relaciones sociales fuera y dentro de la comunidad del creyente.

La religión ha de medir el crecimiento de quienes la profesan en base a los conocimientos de las normas, de los ritos, y de la frecuencia de las participaciones en las actividades programadas.

La fe cristiana genuina y verdadera ha de considerar que el crecimiento de aquellos quienes la profesan no está basado en los conocimientos, en los cumplimientos de ritos y ceremonias, o en el número de experiencias religiosas vividas. ¡No!

La fe cristiana sostiene que el sincero crecimiento del creyente se basa en la manera que haya llegado a desarrollar una relación personal con Dios, a través de Jesucristo. En la medida que la gracia, el amor y el perdón de Dios hayan penetrado el corazón y la mente del creyente, entonces es, que se puede avanzar a niveles superiores de santidad y de sanidad interior del alma.

La religión se esfuerza en vano, en la transformación del carácter del individuo. Y trata de poner en la mente de quienes profesan una serie de nuevos conceptos e ideas, es como una nueva moralidad mental.

La fe cristiana, propone al individuo una transformación del corazón. Los sentimientos más profundos, los anhelos más ardientes, los dolores y las llagas más dolorosas, la falta de perdón, la culpabilidad, y entre otras son las que deben ser transformadas por Dios. Es esta, la única manera en que se podrá caminar hacia una relación más sincera y transparente con el creador. La única forma de ser verdaderamente más cristianos es dejar que Dios, cada vez más, moldee el corazon.

Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos. (Proverbios 23:26)

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